El desarrollo natural es posible a través de la conciencia

La conciencia natural ha de estar presente en los niños de cada generación para la supervivencia

3 de junio de 2010

Niño lobo


Marcos Rodríguez Pantoja es conocido en España como un “niño lobo”, aunque ya ha cumplido los 60 años. Cuando tenía 7, su padre lo vendió a un cabrero que vivía en el monte. Un buen día, el cabrero desapareció y Marcos se quedó solo. Pero encontró una nueva familia: los lobos, con los que estuvo viviendo doce años en plena Sierra Morena. Comía lo mismo que los animales, cazaba como ellos, vestía con pieles y aullaba. Era salvaje y libre, entonces ya no era Marcos.

Ahora Marcos recuerda todo su pasado, especialmente el día en que la Guardia Civil lo cazó: «Vi a un hombre con un caballo y me asusté. Llamé a los lobos, pero ellos también se asustaron porque los hombres empezaron a disparar con sus escopetas. Me cogieron y mordí a uno de ellos, así que me metieron un pañuelo en la boca y me ataron con cuerdas. Tenía el pelo por la cintura y vestía con pieles de ciervo. Los animales son mejores que las personas»

Marcos asegura que su reinserción en la sociedad fue muy dura: «Me engañaba todo el mundo. Yo no sabía qué era el dinero. Trabajaba noche y día, pero no me pagaban». A Marcos le costó esfuerzo aprender a comer caliente y acostumbrarse a dormir en una cama. Pero lo que más le costó fue relacionarse con personas y no con los lobos, su verdadera familia. Lo que parece claro es que ya no vive en una tribu como la de animales que le arrebataron. Ahora vive con un matrimonio normal en su casa de Galicia.

Marcos tiene algo en común con el “niño salvaje” de Aveyron (Francia) que inspiró una película del famoso Truffaut. Ambos contestaban que no sentían frío ni deseo sexual nunca. De ahí se deduce que eso lo aprendemos como algo cultural. Sentimos frío porque tenemos calefacción. Puede haber contactos sexuales, pero no con un deseo dirigido.

El tema que más llama la atención es que este niño consiguió sobrevivir sin ninguna ayuda externa. Desde la sociedad se preguntan ¿cómo pudo hacerlo? Eso nos muestra que, como seres humanos, aún estamos a tiempo de reestablecer el lazo que nos une al resto de animales y la naturaleza. Si nuestra conciencia es abierta a la totalidad de la experiencia, por medio de la fuerza de la vida, es suficiente para salir adelante sin necesidad de recurrir a los condicionamientos aprendidos. La cuestión crítica es: ¿cuántas de las cosas que nos han enseñado o hemos aprendido, supuestamente para ser capaces de sobrevivir, son innecesarias o incluso pueden obstaculizar una vida libre?

Además, según su experiencia posterior, su mayor impedimento lo encontró en la incapacidad para entender las leyes y las normas sociales. Marcos no comprende la relatividad de las conductas humanas y no sabe cómo adaptarse a cada situación.

Al igual que ahora Marcos tiene problemas para entrar en la piel de un ser social moderno, tampoco los hombres civilizados pueden entender cómo puede ser una vida salvaje como esa, no pueden imaginar qué es vivir en la naturaleza sin más base que los propios instintos e impulsos naturales. Podemos temblar de miedo ante esa perspectiva, pero también podemos sentir esa vida libre como algo magnífico inherente a nuestro propio ser.

Una curiosidad importante es que, antes de ser capturados, se interpreta el comportamiento en estos casos de niños como se hace con los animales cuando molestan o estorban a nuestro modo de vida social. Se dice que el niño “robaba” alimentos de un cultivo privado, lo mismo que se dice que un lobo “mata” gallinas o corderos en las granjas. Lo interesante viene porque al niño se le hace un juicio moral, como si estuviera transgrediendo las leyes humanas comunes, cuando él puede no tener conciencia del “acto delictivo” que está cometiendo. Si interpretamos y juzgamos una acción moral correcta o incorrecta por la misma mente cognitiva en que se basan las normas establecidas, entonces no podemos exigir que un ser salvaje obre según nuestras expectativas. La cuestión es: ¿Quién ha conseguido desarrollar la conciencia natural unida al ambiente y todos sus elementos? Sintiendo que pertenecemos al mundo natural y como miembros de una familia única de la vida, habrá una verdadera apreciación del valor de aquello que encontremos, no estaremos robando ni matando nada.


Hay una descripción interesante del niño de Aveyron y de cómo intentaron educarle en:
http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/temaspequenosalvaje.htm