El desarrollo natural es posible a través de la conciencia

La conciencia natural ha de estar presente en los niños de cada generación para la supervivencia

22 de abril de 2010

En presencia de los vegetales



Estar en presencia de los seres vegetales me permite una experiencia íntima con la naturaleza conjunta a través de ellos. La naturaleza que somos, que soy y que es, sin divisiones y sin categorías.
Es cierto que los animales también pueden proporcionarte una profunda experiencia en este sentido, pero en algunos casos es más difícil desligarse del condicionamiento social o creencias mentales en su presencia. Y más en el caso en que los propios animales hayan sido condicionados socialmente por sus cuidadores. Sin embargo, los vegetales no parecen susceptibles de estas limitaciones externas y, aun en medio del fragor urbano más vertiginoso, pueden permanecer desplegando su forma externa desde su propio programa interno inmaculado de crecimiento y desarrollo.

Cuando trabajas con las plantas, también sientes que estás trabajando con algo interno tuyo. Entonces cobran un sentido especial algunas frases recurrentes como:
“Desenreda la maraña de zarzas en tu mente” o “saca de raíz la maleza y quémala” o “corta las partes excedentes de la planta para que se regenere su fuerza”.

El intentar desenredar la maraña de tu mente, pongamos por ejemplo, en una consulta terapéutica de una gran ciudad, no tiene nada que ver con permitir que se vaya desenredando mientras estás cortando los hilos y ramas de las zarzas en una superficie rural. En este caso, puedes comenzar por ver la proyección de tu propia maraña mental en la maraña de la planta, después se puede invertir la percepción y darte cuenta de que la maraña vegetal que ves no es más que una interpretación mental a partir del reflejo de tu propia ofuscación interna; hasta que, conforme tu cuerpo va cortando y eliminando los enredos en la planta con una plena atención a sus movimientos sin permitir la interrupción de los pensamientos cognitivos, llegas a sentir que el propio sistema en su conjunto es capaz por sí mismo de actuar correctamente haciendo desaparecer todo el enredo presente.

Sucede algo análogo cuando estás sacando la maleza del suelo y la amontonas para quemarla. Ves que la maleza está consumiendo la energía que podría alimentar a otra planta, y algunos pensamientos o acciones están consumiendo tu energía que no llega así a la raíz de tus impulsos naturales.
También cuando estás podando unos árboles o plantas arbustivas, ves que la parte más joven puede ser revitalizada si prescindes de la más agotada; y sientes que la actividad mental descontrolada está distrayendo tu atención de las acciones rectas que puedes llevar a cabo.

Hay muchos ejemplos y cada persona puede tener su propio momento de introspección con la naturaleza, no necesariamente en un estado pasivo de “contemplación” (un término denostado en Occidente), sino también en medio de una actividad física o de laboreo.

Con estas experiencias con los vegetales la percepción se clarifica, trasciende los ciclos de pensamientos cognitivos y disuelve muchos obstáculos que impiden reaccionar y relacionarte limpiamente desde dentro con el entorno.

La estación de la primavera es un momento excelente para practicar con los vegetales. Es fascinante observar cómo van evolucionando los sistemas de fecundación en las flores de cada tipo de planta, y cómo los animales cumplen perfectamente su función en el proceso, tales como los insectos polinizadores.

Las personas religiosas celebran el mes de mayo como el mes de la virgen María, ofreciéndole flores todos los días. No en vano, la flor es el símbolo real de la reproducción en toda su pureza natural. Así puedes advertir este misterio grandioso en medio del ambiente, algo que puede llegar a sobrecogerte en medio de todo.

14 de abril de 2010

Vivencias sin la civilización


Pasar temporadas separado de la civilización me ha aportado unas vivencias agradables y muy útiles en mi camino de descubrimiento y mi propio desarrollo. Estar en contacto más directo y continuo con un ambiente natural me abre un escenario radicalmente diferente y difícil de imaginar si no lo hubiera probado por mí mismo.

Por un lado, el no contar con elementos materiales habituales que “facilitan” la vida y que funcionan para la comodidad, la seguridad y el sentirse parte de algo, me obliga a valerme por mí mismo en unos márgenes más amplios de a los que estaba acostumbrado. Esto conduce a descubrir una libertad de maniobra paradójica, pues en un principio puede parecer que renunciando a la civilización te condenas a ti mismo a todo tipo de limitaciones.
Para ello tienes que superar el temor o resistencia contenida en la advertencia implícita de los que dejas atrás: “cuidado porque puedes perder muchas cosas irrecuperables”.

Y es que uno de los peores “insultos elegantes” que se puede decir socialmente de alguien es que “está sin civilizar”.

En un entorno natural, por otro lado, los patrones de pensamiento subliminales que están arraigados inconscientemente salen a la superficie y pueden ser superados con más facilidad, sin necesidad de pasar por luchas conflictivas internas. Esto último es lo normal dentro de la civilización, se aceptan las “tentaciones” de la Identidad como parte del paisaje mental urbano o del espectro personal de “estar madurando” en un balanceo pendular entre rendirte o resistirte a ellas. Estos procesos van creando una red de tensiones internas que, con suerte o con desgracia, llegan a manifestarse en algún momento aunque antes no fueran evidentes.

Así pues, una vez libre externamente de muchos condicionamientos, puedes adentrarte en el trabajo interno de liberarte de los procesos mentales asociados. Recuerdo con nitidez algunos momentos de estancias en el campo cuando surge una sensación viscosa del edificio mental soportado como una carga y que inmediatamente identifiqué como material de las llamadas "neurosis". Este material es inherente al ser humano socializado, del que pareces no tener escapatoria, por lo que me produjo una grata sorpresa el comprobar que, tras la maleza, se podía abrir una verja hacia un nuevo espacio inmenso. ¡Todos los problemas y preocupaciones son inventados por mi propia mente!

Además las vivencias con elementos naturales producen un cambio progresivo en la percepción hasta llevarte a las puertas de un gran asombro que te hace recuperar una vibración energética y sensación de fuerza propia de la vida.

Puedes sentir así un contacto más real directamente con las cosas.
En un momento dado, empiezas a descubrir que la naturaleza es tu hogar, entiendes que esto es real más allá de las palabras porque lo sientes por ti mismo. La naturaleza no es una cosa externa que está "ahí fuera", todo el ambiente que observas eres tú mismo, tú no eres nada separado de lo demás. Claramente experimentas un cierto carácter sagrado en la percepción de las plantas, las rocas, los animales, el curso de los elementos naturales... Un suelo tupido es una alfombra acogedora, los arroyos son fuente de una sintonía viva, las montañas son cúpulas de un templo supremo y los árboles son columnas orientadas en un santuario sin muros cerrados.

Así descubres que el resto de seres vivos están compartiendo el lugar y la vida contigo, no son intrusos ni depredadores ni víctimas... son una sola vida entre un mismo cielo y una misma tierra.


11 de abril de 2010

Experiencias virtuales




En estos tiempos abundan en el mercado globalizador un tipo de productos que ofrecen aprendizajes personales sobre distintos elementos del ambiente natural. Los más famosos se anuncian por los medios audiovisuales masivos. Por ejemplo, existen programas de televisión que ofrecen enseñarte a cantar, otros a bailar, a hacer magia, a resolver crímenes por tu cuenta, a seducir mujeres u hombres, o a entrenar perros (todo ello alcanzando cualidades destacadas). Resulta así que por televisión se puede aprender todo lo imaginable con solo mover un dedo y matar las horas ante una pantalla; incluso aprenderás a sobrevivir en las situaciones más hostiles del medio natural sentado en tu casa. Pretenden desarrollar así tus capacidades y tu potencial, en suma se presentan como programas educativos. Esto facilita mucho su atractivo y aceptación al darle un cierto tinte de prestigio social, al mismo tiempo que conservan dosis de emoción, riesgo,…

En la mayoría de los casos estos productos suponen una aproximación a elementos naturales ajenos sin dejar nuestra rutina cotidiana en la civilización y por supuesto sin alejarse del punto de vista habitual.
Por eso raramente resulta un programa realmente instructivo, y suele consistir en sustitutos de las verdaderas experiencias que harían crecer a la persona.

Es curioso hasta dónde llevan las cosas usando la TV, ya ni siquiera se guardan las formas de cortesía, pues utilizan trucos y trampas a la vista y ni siquiera sienten necesidad de justificarlo... te presentan una supuesta supervivencia cuando realmente están elaborando un simple juego de aventuras medidas y aprovechan cualquier tecnología de punta ajena cuando la necesitan…

De todas formas es una pena que disponiendo de un buen material interesante para hacer un programa de TV donde se pueden aprender cosas útiles para ser aplicadas, se eche a perder de esta manera. Les dan un ritmo artificial precipitado, encadenando una secuencia con la siguiente y conversaciones sin parar ni un segundo para respirar. Así las ideas importantes se pierden en una maraña de palabras e imágenes veloces y sucesivas. El efecto (probablemente buscado) en el público es un aumento de intensidad del estrés o ansiedad por expectativas que se va cortando momentáneamente para volver a empezar sin descanso, esto crea un enganche adictivo. Alguien ha llamado a estos trucos del marketing psicológico el coitus interruptus aplicado a la TV (en realidad es una serie encadenada), como un sucedáneo de la realidad que deja insatisfecho pero te hace buscar más y más cada vez.

Aparte está el auge de las relaciones virtuales a través de las redes de computadoras, una auténtica plaga entre los más jóvenes.

El problema es que la persona queda así atrapada en una falsa sensación de estar aprendiendo algo, de estar dominando algo, o simplemente de estar viviendo algo, pero estas actividades pasivas nunca pueden sustituir a las auténticas experiencias que se está perdiendo, en contacto con los elementos naturales, con otros seres o con un reto que requiere esfuerzo y transformación personal.

Al encontrar iniciativas de este tipo me pregunto: ¿Hay en ellas un verdadero interés por enseñar, con todas las implicaciones que ello conlleva? ¿o solo forma parte de un marketing centrado en uno mismo, en el ego del promotor y en el de su audiencia? Para completar un desarrollo personal efectivo necesitamos muchos más ingredientes: un seguimiento particular, responsabilidad, compromiso…

Después de regodearte en una orgía de experiencias virtuales, ¿adónde nos han llevado?, ¿dónde están las verdaderas experiencias?

6 de abril de 2010

La necesaria convivencia


En estos tiempos que corren encuentro pocas personas creciendo en contacto con el ambiente natural, incluso es raro el pasar mucho tiempo al aire libre.

Las migraciones masivas de la población rural a las ciudades ha creado la forma moderna de vida humana encerrada en espacios urbanos habitualmente no concebidos para ello. El resultado es que los hombres parecen permanecer hoy día en un estado de aislamiento efectivo respecto al resto de la naturaleza viva. Este aislamiento tiene muchas dimensiones: comienza con un aislamiento físico determinado por las distancias y las barreras que separan las viviendas humanas entre sí y del campo, los bosques y las montañas con todos sus elementos naturales (animales, vegetales, minerales, aire, agua, tierra…); hay un aislamiento psicológico, pues la mente de las personas se sitúa muy alejada de la existencia real de todos esos elementos naturales, sin apenas dedicar alguna energía en sus pensamientos hacia todo ello. Y sintetizando a partir de los anteriores, un aislamiento cultural y práctico: las costumbres sociales en la vida cotidiana dan la espalda al curso vital de los elementos naturales; si nos fijamos en la creación artística, se ha vuelto en gran medida desnaturalizada; el cuidado de la salud no tiene en cuenta las señales naturales; la producción económica no se sostiene en el ritmo regenerativo del ambiente natural en que habitamos,…

Prácticamente encuentro todas las esferas de la actividad humana desconectadas de la realidad de la naturaleza. En definitiva el hombre moderno sufre de una gran falta de conocimiento directo respecto del curso vivo de los elementos naturales. Esto evidencia ante nosotros una paradoja de grueso calibre, aunque no esté siempre presente en la mente consciente de quienes nos rodean. La vida surge y se alimenta de los elementos naturales que el ser humano (la forma de vida más evolucionada del planeta) desconoce y de los que vive ciertamente aislado.

Aunque parece que la ciencia instituida ha conseguido entender y explicar muchos procesos naturales, yo no diría que los individuos corrientes los conozcan por su propia experiencia personal.
En último término la educación formal se centra en desarrollar personas dentro de este modelo alienado y esquizoide, lo que prolonga este sistema de vida deficitario.
Pero este planteamiento es del todo insostenible para cualquier civilización.
He encontrado hordas de estudios científicos que pretenden garantizar u optimizar el uso y aprovechamiento de los recursos naturales a nuestra disposición para la actual forma de vida humana. Pero siento que el tema básico va más allá de la mera cuestión sobre si es sostenible o no este uso de los recursos. Porque ya de partida me parece dudoso que sea sostenible en sí la situación contradictoria de alienación y desconocimiento de la naturaleza para la supervivencia sana de la especie.

Para introducirnos en este tema, cada uno podemos preguntarnos: ¿qué vivencias personales en el ambiente natural me permiten desarrollarme y aprender a sobrevivir con autonomía sin hacer daño o perjuicio a otras formas de vida y al conjunto de la naturaleza?
¿me encuentro capacitado personalmente para presentarme como amo y señor de la Tierra y sus dominios, sabiendo cómo gestionarla correctamente?

En común entre nosotros es importante reflexionar sobre esto: ¿podemos encontrar soluciones a los problemas de la supervivencia del hombre y la naturaleza si no sabemos convivir junto con todos sus elementos?
¿podemos hacerlo sin sentirnos integrantes de pleno interés?
Entonces ¿en qué consiste esa convivencia y el conocimiento necesario?
¿qué necesitamos aprender todos juntos para ello?

En este blog vamos a investigar más en torno a estas cuestiones.