El desarrollo natural es posible a través de la conciencia

La conciencia natural ha de estar presente en los niños de cada generación para la supervivencia

5 de mayo de 2010

¿Por qué nos mienten los árboles?



Dando un paseo por un gran parque me he encontrado con un grupo de niños que seguían a un joven monitor. El monitor pertenece a un novedoso programa de educación ambiental promovido desde el gobierno. Este programa es presentado como un gran avance de la civilización, que pretende acercar el mundo natural a las personas residentes fuera de él. Ante el encuentro inesperado me he permitido sentir la misma curiosidad que veía en los rostros infantiles por saber qué es lo que nos puede enseñar el ambiente natural. Claro, en este caso filtrado por ese joven monitor como representante de las instituciones sociales. Una parte de su discurso ha sido algo así:

“Bien, niños, ahora vamos a acercarnos a ese árbol de ahí, que se llama Castaño de Indias, y os voy a descubrir todas las mentiras que nos está diciendo. Primera mentira: no viene de las Indias, en realidad lo trajeron de los Balcanes. Segunda mentira: aunque se llama castaño, en realidad no tiene castañas porque sus frutos no son comestibles. Tercera mentira: antiguamente lo llamaban Hippocastanum que significa “castaño de caballos”, pero no tiene nada que ver con los caballos; en realidad extraían un aceite de él para atender una enfermedad que tenían los caballos. Pero esto no es todo: además de estas tres mentiras, el castaño también nos quiere engañar de otra manera. Fijaros en sus hojas que parecen como las palmas de un pato: ¿cuántas hojas tiene cada rabito?” Los niños responden: “cinco”, “siete…”. “Pues no, el castaño os ha engañado otra vez. Los científicos llaman peciolo al rabito, y según su clasificación cada peciolo solo puede tener una hoja; así que, aunque parecen hojas separadas saliendo del mismo rabito, en realidad forman una sola hoja”.

Escuchando la disertación yo me sentía como uno más de estos niños absortos, al mismo tiempo que observaba sus reacciones. Ellos intentaban asimilar todo lo que escuchaban pero no acababan de entender el concepto que acababa de entrar disimuladamente en su cabeza, ¿por qué nos mienten los árboles?

El niño ha leído primero un cartel informativo donde figura el nombre del árbol: Castaño de Indias. Después el árbol, con su presencia orgánica, está contradiciendo a su propio nombre, y a los conceptos de los científicos. Pero el monitor, quien representa la autoridad del conocimiento humano, le quita la razón al árbol mentiroso para dársela a unas palabras que son una mera construcción mental. Cualquier persona, sin necesidad de haber acudido a una Academia o a un Liceo, puede preguntar de inmediato: ¿es mentira todo lo que no concuerda con nuestras ideas?

Este hecho real quizás le parezca una anécdota graciosa sin importancia a la mayoría de las personas. Pero internamente siento que un detalle así vivido tiene una gran trascendencia.

¿Qué está haciendo esta educación ambiental en la mente del niño? Está creando una desconfianza de base en los elementos naturales y está reforzando el apego a las palabras. Curiosamente para el hombre la naturaleza le miente si no cumple escrupulosamente las expectativas mentales encerradas en unas palabras arbitrarias. Así es como pretende encerrar y condenar a la naturaleza, no solo de forma física.

No he podido evitar sentir un estremecimiento cuando veía alejarse al grupo de niños. Inmediatamente he imaginado hacia dónde puede conducirnos este método absurdo de pensamiento. Quizás en el futuro existan tribunales para decidir sobre quién miente en este mundo. ¿Podrían acusarme de no comportarme estrictamente según los nombres y adjetivos que un vecino decida inventar para mí?

El monitor está perdiendo una oportunidad preciosa con los niños, de relativizar el uso de las palabras y entrar más profundamente en una relación natural con el ambiente, observando la sabiduría de las leyes que lo gobiernan para sobrevivir en cada circunstancia.

Porque como un niño puedo sentir una decepción fundamental que me quiebra: están rompiendo sistemáticamente la conexión básica con la naturaleza inocente, me están invitando a alejarme de ella porque ella va a defraudar algunos conceptos. ¿Por qué nos mienten?

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